A partir de 1912 siguió estudios en Cambridge bajo la dirección de Bertrand Russell y empezó a ocuparse intensivamente de la investigación filosófica. Para poder concentrarse mejor en sus estudios, se fue a vivir en soledad a Noruega.
Wittgenstein llevó una vida austera y retirada, primero como maestro de escuela en Austria y después como jardinero en un convento de Viena entre los años 1920 y 1929.
En este último año, Wittgenstein volvió a sus intereses filosóficos y decidió reanudar sus estudios en Cambridge, donde, a instancias de Russell, fue nombrado catedrático el año 1937, cargo que ocupó hasta 1947, con excepción de un breve período en que ejerció como enfermero voluntario durante la Segunda Guerra Mundial.
Nacionalizado inglés en 1938, Wittgenstein murió de cáncer en Cambridge el año 1951. En los últimos años de su vida redactó las Investigaciones filosóficas, que serían publicadas póstumamente en 1953.
Aunque de temperamento irritable, nervioso y depresivo, Wittgenstein fue un hombre de una personalidad fascinante, que vivió atormentado por su exigencia de autenticidad, por el trabajo y por la idea de la muerte. Difícil para la convivencia social y con escasa estima por la bondad y cualidades del ser humano, sintió a menudo la necesidad de aislarse de la gente y de vivir en completa soledad, estaba dotado de una gran sensibilidad artística y musical y sus intereses abarcaban no sólo la filosofía y las matemáticas, sino también la aeronáutica, la arquitectura y la escultura. Aunque gozó del reconocimiento y amistad de los filósofos más importantes de su tiempo, no se sentía a gusto dentro del mundo académico, y prefería vivir en soledad.
En el pensamiento de Wittgenstein pueden distinguirse dos etapas:
La primera viene marcada por la publicación del Tractatus logico-philosophicus (1921-1922), en el que trata de dar una salida a los problemas no resueltos del positi vismo clásico respecto a las matemáticas, la ciencia y la filosofía. Para él, la filosofía no es un saber, sino una actividad, y su finalidad es aclarar las proposiciones; así, la filosofía se circunscribe a un análisis del lenguaje.
La segunda etapa queda definida por su obra Investigaciones filosóficas, publicada póstumamente en 1953. Este libro da origen a la corriente denominada filosofía analítica, que centra su reflexión en el estudio del lenguaje como único modo de resolver los problemas filosóficos.
Además de las obras citadas, escribió Observaciones filosóficas sobre los principios de las matemáticas (1956) y las notas a las Investigaciones, conocidas con el nombre de Cuadernos azul y marrón (1958).
El texto sacado del Tractatus logico-philosophicus se compone en realidad de varios fragmentos. El primero recoge la tesis ontológica básica de esta obra: el mundo consta de todos los hechos y éstos son causales, carecen de necesidad. El segundo plantea la adecuación e inadecuación entre los signos y los símbolos. El tercer fragmento trata del análisis lógico del lenguaje y de su relación con el mundo. En el cuarto, finalmente, se delimitan los ámbitos (ética, estética, religión...) en los que no se puede decir nada con sentido, para concluir con su famosa afirmación: De lo que no se puede hablar, más vale guardar silencio.
De las Investigaciones filosóficas, por su parte, se propone un fragmento en el que Wittgenstein critica primero su anterior concepción del lenguaje para pasar, a continuación, a presentar algunos aspectos de su nueva idea de la filosofía. Según su nueva concepción, la tarea de la filosofía no consiste en corregir el uso ordinario del lenguaje, sino en comprender su funcionamiento de forma adecuada, lo que resolverá por disolución los problemas filosóficos tradicionales.
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