viernes, 26 de octubre de 2012

Resumen de la película Sang Woo y su Abuela


Un caprichoso y egoísta niño de siete años criado en la ciudad se ve obligado, a causa de las ocupaciones de su madre, a convivir durante un mes con su abuela, una entrañable anciana que vive sola en el campo en una casa cercana a una aldea donde los avances tecnológicos de la sociedad moderna no parecen haber llegado. Al principio, la relación entre ambos será difícil, ya que el pequeño Sang-Woo se resistirá a un cambio de hábitos que no le complacen, mientras su abuela intenta hacer todo lo posible por contentarlo. El rechazo inicial del niño hacia su abuela -los insultos y las burlas- se irán tornando poco a poco, conforme compartan experiencias, en una relación de amistad y compromiso.

Ante semejante planteamiento parece que uno sólo puede esperar la clásica historia de aprendizaje con buenos sentimientos, previsible de principio a fin. En cierta medida así es. De hecho, Sang-Woo y su abuela no se esconde de sus indiscutibles intenciones comerciales basadas en ofrecer una historia sencilla llena de emoción. Desde un buen principio sabemos ante qué clase de historia nos encontramos, cómo se desarrollará y, finalmente, cómo concluirá. Pero el film coreano consigue sobreponerse a este gran hándicap y ofrecernos un relato inteligente y rico en matices. Esto lo consigue, en primer lugar alejándose de los sempiternos efectismos sentimentales que caracterizan este tipo de producciones (sí, estoy pensando en Disney). Véase sino el personaje de la abuela. Aparenta ser un personaje frágil, con la inclinación de su espalda, su bastón, su lento andar y su poca vista. Pero nada más lejos de la realidad: la abuela es una mujer fuerte y resistente -curtida por la vida en medio de la naturaleza, en oposición a la fragilidad de aquellos criados en la urbe- que soporta de manera estoica los ataques y rechazos de su nieto.


Una y otra vez, éste le jugará malas pasadas, como esconderle los zapatos para que tenga que andar por el bosque descalza o romperle un valioso jarrón; y una y otra vez ella lo asumirá y seguirá luchando por contentarle. Muy fácil habría sido hacer llorar a la abuela cuando Sang-Woo desprecia la comida que ésta le ha preparado con todo su amor, emocionando de este modo al espectador y allanando el camino para el posterior arrepentimiento del niño; pero sólo en dos momentos la mujer llora a lo largo de la película, y en ambas ocasiones lo hace de felicidad: cuando Sang-Woo y ella se han unido definitivamente y en el momento de la despedida. La opción de puesta en escena en el momento de abordar estos cruciales instantes no podía ser más coherente. En el primero, la cámara se mantiene a una escrupulosa distancia mientras la abuela derrama lágrimas cuando, ante la pronta despedida de ambos, Sang-Woo intenta enseñarle a escribir algunas frases para que de este modo se puedan escribir y no perder el contacto. No llegaremos a ver las lágrimas de la emocionada mujer, pues ésta se encuentra de espaldas y la cámara no se moverá de sitio. En el segundo, la apuesta es aún más radical, ya que el montaje nos privará del (¿lógico?) contraplano de la abuela mientras el chico la despide desde el autobús, que ya se aleja. Sí que veremos llorar a Sang-Woo, al que ya hemos visto llorar muchas veces, aunque ahora lo hace por un sentimiento distinto, fruto de su evolución; pero las lágrimas de la abuela, debemos contentarnos con suponerlas.

Gracias a esto el personaje de la anciana no despierta compasión, ni siquiera en los momentos en que se ve más maltratada por su incomplaciente nieto. Sin duda esto provoca un cierto distanciamiento del espectador respecto a los hechos, sobre todo cuando la cámara -como antes- le priva de observar las emociones desatadas. Precisamente la película se hace rica por su sencillez evocadora. En lugar de impactar al espectador con escenas cargadas de dramatismo, apuesta por las insinuaciones y las metáforas, siempre a partir de pequeños detalles, que es de lo que se compone la narración. La evolución dramática de los hechos no es clara ni rotunda, se trata de pequeñas escenas que relatan el día a día de sus protagonistas, evocando fragmentos de ideas y emociones. Los agujeros narrativos deberán ser rellenados por el espectador.

Pero que todo esto no lleve a pensar que Sang-Woo y su abuela es una película cerebral o intelectualizada, ni mucho menos, fría. La historia está llena de emoción como no podía ser de otra manera, y la forma con la que se nos muestra no la elude en ningún momento. Se permite que las risas y las lágrimas afloren con facilidad, pero, eso sí, sin forzarlo en ningún momento, haciendo de la honestidad su principal estandarte.
http://www.encadenados.org/n38/sang_woo.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario